Esta navidad pudiera pedir, un viaje largo por las islas más paradisiacas del planeta, un carro deportivo, un edificio propio para albergar a niños y jóvenes en desventaja, una casa hogar para ancianos desprovistos, me gustaría adquirir acciones en la bolsa mundial, conocer el Everest y mojarme con las chispas que saltan desde las cataratas del Niágara. Segura estoy que podría pedir muchas cosas más y que sin duda me harían comenzar un nuevo año con mucho optimismo, expectativas y ganas de vivir.

Sin embargo, después de considerar todo aquello que pudiera pedir, y al reconsiderarlo nuevamente mirando a mi familia, a mis amigos, a toda la gente que amo, los que están cerca y los que están lejos. Entiendo que todos necesitamos lo mismo, sin importar la condición o situación, el lugar o la posición, necesitamos con carácter de urgencia tener paz, esa palabra cortica pero que es tan difícil poseer.

Por eso hago de esta petición la única en mi lista, es todo lo que quiero. Paz Señor, paz para mis amigos los que acaban de recibir a su primer bebe después de haberlo esperado por tanto tiempo. Paz para mis hermanos que han perdido a su hija, quienes por años batallaron junto a ella por vivir un día a la vez. Paz para esa mujer que espera ver en los ojos de su marido la luz de Jesús de una vez y para siempre.

Paz para el hijo que no consigue la manera de acercarse a su padre, mientras el tiempo le permita hacerlo. Paz para esa anciana olvidada por todos, quien espera con ansias le visite la muerte. Paz para aquellos que luchan a diario por vivir una vida mejor, paz para aquellos que ya no quieren vivirla. Paz para los que se van, para los que se quedan. Paz para los pequeños que se sienten rechazados, para los grandes que se sienten olvidados.

Paz para ti que lees estas líneas, deseo de corazón que seas feliz, sabiendo que la cuna de tu felicidad es esa paz que el mundo no nos puede dar (Juan 14:27), esa paz que permanece para siempre a pesar de las dificultades, esa paz que sobrepasa todo entendimiento ante cualquier circunstancia.

No hay duda, eso es lo que quiero pedir en esta navidad, como muchos con seguridad. Pero yo quiero tú paz Señor, la paz que tú das, esa que no es como la mayoría piensa; no es la que sale anunciada en los comerciales de navidad, ni la que colocan en las vallas en la autopista, la paz que quiero es la que sale por los ojos, aun de un alma afligida, la que se instala en nuestra barca aun en medio de las implacable tempestad.

Quiero esa paz todos los días de mi vida. Responde mi petición con paz suficiente para aquellos que esperan recibir algo de mí en esta navidad, si tú nos la das, ese será mi mejor regalo.

Deseo que en medio de la turbulencia de la vida misma, subiendo y bajando por las sorpresivas laderas de un porvenir desconocido, podamos respirar profundo, inhalar un aire distinto, recibir el regalo más costoso y codiciado de la historia, esa paz que es para nosotros desde el principio, la cual solo tú nos puedes dar, puesto que es tuya, adquirida a precio de sangre por amor a aquellos que como yo se atrevieran a creer y a pedirla.

Vivamos en paz!