Por más que abro mis ojos mis
pupilas no logran percibir nada, las
tinieblas de la recamara me hunden en un piso que jamás pisé. Acuoso y
caliente, por más que intento levantarme mis pies resbalan entre venas que son
como raíces de árboles, fuertes y esponjosas a la vez.
Por más que te llamo parecieras
no escucharme, por más que clamo mi voz no logra escapar de aquí, siento que se
hunde conmigo escapándose hacia dentro por el hoyo de mi garganta, colándose
entre mi angustia y mi desesperación. No sé desde hace cuánto estoy aquí, días
tal vez, para mí la noche se mantiene perpetua. Cuándo volveré a vivir, en qué
momento abriré mis ojos a un día nuevo.