Solo tiene 3 añitos, empinándose con las puntitas de los
dedos de los pies, a la pequeña se le oye decir:
– Mamita, no puedo ver, enséñame.
– Tranquila mi niña, luego tendrás tiempo para eso –responde
la madre. En su interior brota un clamor a corazón abierto:
– ¡Señor por favor, ayúdame a enseñarla!
Cincuenta años más tarde, casi sin poder sostenerse, a la
madre se le oye decir:
– Hijita, no puedo ver, ayúdame.
– Tranquila mamita, lo haré yo –la hija responde. En su
interior brota un clamor a corazón abierto:
– ¡Señor por favor, es mi turno, enséñame a ayudarla!
“Si es tiempo de enseñar, hagámoslo antes de que sea tarde.
Y si es tiempo de ayudar, hagámoslo antes de que el tiempo nos gane.”
A mis padres, con
amor eterno!
1 comentarios
Bella la enseñanza que dejan estas cortas palabras...amor, mucho amor y cariño para los padres en esa época de sus vidas en que no son los mismos que cuando eramos niños. los amamos padres queridos
ResponderEliminar