Yo tomé esta foto, era el último encuentro por este año con los niños en la escuela. 

El tema de mi visita era "Logros" basado en el Proyecto de Vida de cada uno de los participantes.

Hice una pregunta: ¿Qué quisieras tener en tus manos cuando seas grande? Un microscopio, una computadora, un bisturí, un instrumento musical, ... esto fue lo que yo sugerí. Muchos dijeron que sí, mientras recorrían mi lista. Pero uno de ellos no dijo nada, guardó completo silencio, sacó "esto" de su gastado bolso escolar y mirándome con vergüenza y con temor, lo puso sobre su mesa de escribir.

No pude disimular, me pasmó su actitud, todos en la clase lo notaron. Hice lo que pude por continuar, pero mientras el niño me escuchaba, sus ojos seguían sobre la mesa. 

Hablé desde mis entrañas, queriendo sacarles de sus prisiones. Fue mi ultima clase, y sin duda, la más fuerte, esa que empiezas con una sonrisa y terminas con un nudo en la garganta haciendo de tripas corazón.

Terminé preguntándoles si querían que orara por ellos, ninguno superaba los 12 años pero han vivido tanto, han llorado mucho. Las lagrimas de ellos comenzaron a rodar, entonces me di cuenta que el revolver de papel era solo un detallito, había mucho mas que atender y que sanar. 

- Ore por mi familia, dijo la primera que levantó la mano.

- Ore por mi abuela, está invalida. Dijo el segundo.

Dije: - alguien mas?

- Oré por mi. Mis padres me dejaron con mi tía.

Mientras tanto, una niña me miraba como contándome sin palabras, ... después de vencer la indecisión se me acercó, sus manos estaban heladas, y en un susurro me dijo sollozante: - Mis hermanos están en prisión, y yo tengo miedo.

Recibí otras tantas peticiones de corazones envejecidos por las circunstancias. Esa no era una clase normal, no era un quinto grado común, pensé. Pero después de meditar tanto en eso, considero que esas historias se repiten en muchos de los grados, en muchas escuelas, ... en cientos de miles de hogares justo ahora.

Mis palabras terminaron "en el Nombre de Jesús. Amen". Se secaron sus lagrimas y me despidieron. Pero aun yo no puedo despedirme de lo que sentí por ellos.

Hoy mas que nunca creo que un niño atendido es un joven a salvo. Creo que mas que los títulos y las posesiones, tu mayor logro es tu familia.

No soy Maestra, soy Licenciada en Computación con Maestría en Lectura y Escritura, pero en las ultimas semanas estoy mirando la vida desde un pupitre escolar, haciendo lo que según el Apóstol Pablo, hacen las Maestras del bien.

Fundación Casa Salvavidas, no sé como, ni dónde, pero ahora es cuando es,

-Si Señor, Aquí estoy!!