Ya había sobrepasado el límite de la paciencia de todos allí, había agotado todos los beneficios posibles, todas las prorrogas habían sido concedidas esperando un cambio en su actitud y su conducta.
Ya sin nada más que prometer, sentado en el banquillo de los acusados, escuchó la declaración que envuelta con frustración y hastío la Profesora dejó caer sobre él: -tú eres una rata, le dijo. -Un parásito en crecimiento. Nada que valga la pena lograrás hacer-, y otras tantas declaraciones más, que por el eco de las primeras no alcanzó si quiera a escuchar el resto.
Habiendo sido calificado como un asqueroso y repudiable roedor, se preparó para vivir la vida entre alcantarillas o en el mejor de los casos tras las rejas, se programó para vivir en la oscuridad por debajo de todo, sin ningún valor y sin aspiraciones de nada. Pero un buen día se topó de frente con Uno que le cambió el nombre, viéndole tal y como era le llamó "Hijo" y él lo escuchó.
Siguió con prontitud aquella voz, por el dulce eco de sus palabras, sazonadas con amor y perfumadas de misericordia. Y al darse cuenta, algo maravilloso había ocurrido, aquella rata despreciable, aquél parásito infeccioso se había convertido en algo más que bueno, ahora era alguien verdaderamente especial. Estaba vestido con un manto de justicia, rodeado de amor y de misericordia.
Se descubrió vestido con ropas limpias, tanto en el cuerpo como en el alma y se preguntó para sí: -¿qué animal seré ahora? Después de toda esta transformación, ya debo verme como un animal agradable y apacible, deseable y aceptable entre el resto. Puedo pensarme como un Caballo, fuerte e indómito a la vez. O como un conejo, rápido y sagaz. Mejor como un águila, aunque quizás eso sea mucho pedir, pero cuánto me gustaría surcar los cielos y llenarme de gloria.
Finalmente aquél que fue etiquetado como "bueno para nada", se halló calificando en la lista de los que pueden alcanzarlo todo (Filipenses 4:13), y aunque de vez en cuando desconfía de sí mismo, sigue recordando ese momento divino cuando escuchó en su corazón aquella dulce voz que le llamaba "Hijo".
Sólo la voz del Señor pudo acallar las voces del pasado, sólo las palabras del Señor revocaron las sentencias que el mundo vertió sobre él.
Nunca estarás demasiado hundido como para que el Señor no pueda levantarte, o demasiado lejos como para que Él no pueda acercarte.
Por más irreversible que sea tu condición ahora, Él puede cambiar tu historia. Tan sólo créelo!
2 comentarios
Amen. Biologicamente se conoce la metamorfosis de gusano a mariposa pero Dios hace una mas...de rata a Aguila. Gloria a Dios
ResponderEliminarSaber que Dios puede darnos un giro de 360° con su amor y su misericordia! Excelente.
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