¿Quién le hallaría sentido a una idea como esa?

Difícil de pensar, difícil de creer. 

Nadie jamás te creerá, si llegaras a decirles.

Mejor, mientras tanto, sólo espera. Y luego que hablen por sí solas las evidencias.

Lo natural sería que hablaras de eso mientras el sol te quema la cara, pero nunca en medio de una noche tan oscura como esta. Ni siquiera tienes el brillo de las estrellas a tu favor como para que le añadas un poquito de color al asunto.

¿Quién creerá que estás estacionado mirando el inmenso cielo, no por que te hayas dado por vencido, sino porque convencido, estás preparado para ver el milagro delante de ti?

Para muchos el asunto de creer, como hoy precisas tú hacerlo, es tema de juicio y de condena perpetua. Pero puntualmente tú no tienes opciones, tienes que creer para ver. Aunque las condiciones no te favorezcan, aunque en vez de lluvia sólo tengas sequedad, y en vez de sol te arrope una oscura noche.

Para los que esperan ver un radiante arco-iris en plena oscuridad, ¡prepárense! tengan a la mano la cámara fotográfica y los binoculares, busquen un buen lugar para mirar el cielo abrirse en su esplendor. Los lugares altos, esos a donde no quisiéramos escalar jamás, son excelentes planicies para ver el cielo abierto.

Que el mundo sepa que te has detenido, no porque te diste por vencido, sino por que ya está hecho.

Y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía. Aunque oscureciere, será como la mañana. Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro. Job 11:16-18

Después de haber hecho tu parte, ven y siéntate. Cree solamente y lo que jamás has visto, lo que tú no conociste, nacerá delante de ti para que tu fe crezca.