Mateo 13:44 dice que el reino de los cielos es como un tesoro escondido que un hombre descubrió en un campo. En medio de su entusiasmo, lo escondió nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de juntar el dinero suficiente para comprar el campo.
Me imagino que en su emoción por haber conseguido algo tan valioso, consideró que nada de lo que tenía era mejor que aquello que aun estaba oculto bajo esa tierra.
Así mismo sé que ahora hay cientos de personas que se hallan como aquel hombre, sabiendo que han encontrado un tesoro que garantiza su vida, la de ellos y la de sus familias. Un tesoro de siglos que se adentra en sus corazones, renaciendo desde lo profundo haciéndoles llegar a las alturas.
En un primer momento, entusiasmados lo esconden nuevamente, y deciden voluntariamente desprenderse poco a poco de lo que tenían, lo que antes obtuvieron de la vida, entendiendo que es necesario salir de eso para adquirir algo mejor, algo que verdaderamente les haga afortunados y les bendiga. Y surge la idea del intercambio, cambiar el pasado por un futuro distinto, a partir de aquel descubrimiento maravilloso que traería a su vida fortuna y bendición.
Comienza el intercambio, despojándote de la rabia y el rencor en una vida de perdón, donde perdonas y eres perdonado. Cambias las tristezas de un fracaso por las aspiraciones de un nuevo intento, los hábitos de juicio por justificación, desarraigas la maleza del resentimiento por las semillas de un nuevo comienzo. Sin duda, será necesario un periodo de desintoxicación en cuanto a prácticas no agradables a los ojos de Dios, divorciándote de esos ritos que predicen un futuro conveniente a cambio de un corazón que crea en sus artificios de maldad, rindiendo culto a otros dioses (contemporáneos y de moda), poniendo sobre tus espaldas el peso de una carga que te esclaviza a vivir en ruinas para siempre.
Pero al entender que el tesoro de la vida espera por ti, te das cuenta que es necesario dejar las cosas de tu pasado para ir tras algo de valor eterno. Despojándote de todo peso y del pecado que te asedia (Hebreos 12:1), con el firme propósito de alcanzar ese fortuna escondida que lleva tu nombre y que espera porque tú seas su dueño. Una vida que espera porque tú puedas vivirla.
La mayoría de la gente vive a la espera de un milagro, algo que irrumpa en su rutina y cambie sus vidas por completo. Esto puede cambiarles de una vez y para siempre, encontrar ese tesoro escondido y luego proponerse a adquirirlo a vivir poseyendo una vida diferente, ya no dependiendo de su propia fortuna, sino de una heredada, la cual fue guardada por los siglos para ellos.
Vale la pena renunciar a todo, con tal de vivir la vida que Dios mismo ha reservado para nosotros, entendiendo que nada tiene más valor que esa promesa. Vale la pena mudarnos a ese campo de cosas nuevas, de bendiciones plantadas por doquier, a ese mundo no conocido pero que promete bendecir nuestras vidas por completo.
Me imagino que en su emoción por haber conseguido algo tan valioso, consideró que nada de lo que tenía era mejor que aquello que aun estaba oculto bajo esa tierra.
Así mismo sé que ahora hay cientos de personas que se hallan como aquel hombre, sabiendo que han encontrado un tesoro que garantiza su vida, la de ellos y la de sus familias. Un tesoro de siglos que se adentra en sus corazones, renaciendo desde lo profundo haciéndoles llegar a las alturas.
En un primer momento, entusiasmados lo esconden nuevamente, y deciden voluntariamente desprenderse poco a poco de lo que tenían, lo que antes obtuvieron de la vida, entendiendo que es necesario salir de eso para adquirir algo mejor, algo que verdaderamente les haga afortunados y les bendiga. Y surge la idea del intercambio, cambiar el pasado por un futuro distinto, a partir de aquel descubrimiento maravilloso que traería a su vida fortuna y bendición.
Comienza el intercambio, despojándote de la rabia y el rencor en una vida de perdón, donde perdonas y eres perdonado. Cambias las tristezas de un fracaso por las aspiraciones de un nuevo intento, los hábitos de juicio por justificación, desarraigas la maleza del resentimiento por las semillas de un nuevo comienzo. Sin duda, será necesario un periodo de desintoxicación en cuanto a prácticas no agradables a los ojos de Dios, divorciándote de esos ritos que predicen un futuro conveniente a cambio de un corazón que crea en sus artificios de maldad, rindiendo culto a otros dioses (contemporáneos y de moda), poniendo sobre tus espaldas el peso de una carga que te esclaviza a vivir en ruinas para siempre.
Pero al entender que el tesoro de la vida espera por ti, te das cuenta que es necesario dejar las cosas de tu pasado para ir tras algo de valor eterno. Despojándote de todo peso y del pecado que te asedia (Hebreos 12:1), con el firme propósito de alcanzar ese fortuna escondida que lleva tu nombre y que espera porque tú seas su dueño. Una vida que espera porque tú puedas vivirla.
La mayoría de la gente vive a la espera de un milagro, algo que irrumpa en su rutina y cambie sus vidas por completo. Esto puede cambiarles de una vez y para siempre, encontrar ese tesoro escondido y luego proponerse a adquirirlo a vivir poseyendo una vida diferente, ya no dependiendo de su propia fortuna, sino de una heredada, la cual fue guardada por los siglos para ellos.
Vale la pena renunciar a todo, con tal de vivir la vida que Dios mismo ha reservado para nosotros, entendiendo que nada tiene más valor que esa promesa. Vale la pena mudarnos a ese campo de cosas nuevas, de bendiciones plantadas por doquier, a ese mundo no conocido pero que promete bendecir nuestras vidas por completo.
3 comentarios
muy bueno este intercambio ,no son regalos materiales , que envejecen ,en este intercambio te llevas el mejor regalo . AMEN
ResponderEliminarSeñor gracias por ser mi tesoro y no escondido, ya que te detubistes en mi camino para ver mi miseria y me tendiste tu mano, para despues encontrar otro tesoro y ese si escondido por mi culpa, pero, gracias Señor por haberlo encontrado y dame la oportunidad de amarla y sentirla serca, por medio de tu Divino y Santo Espíritu.
ResponderEliminarCarpe Diem!
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