Era la última noche de nuestra semana de campamento, salimos al extenso campo a ver las estrellas, nos acostamos sobre la grama y nos introdujimos en un mundo de piedras preciosas que brillaban a lo lejos, sin embargo parecían estar muy cerca.
La noche era oscura pero eran tantos los luceros, que se veían como fuegos artificiales en el azulísimo cielo. La maestra dijo insistentemente:
- Miren a lo lejos, hasta donde sus ojos alcancen. Aprovechen el momento, las estrellas les saludan.
Fue fácil para mí sumergirme en aquel mar de brillantes, haciéndome parte del escenario. Todo era tan grande, y tan profundo al mismo tiempo. En algún momento la maestra preguntó qué podíamos ver, el resto de las niñas respondieron cada una según lo que veía, pero mientras tanto, yo hablaba con él.
Mirando una de las estrellas, quizás la que estaba justo sobre mis ojos, le pregunté a Dios:
- ¿Qué guardas para mí? ¿A caso puedo brillar como una de ellas?
A lo que me respondió:
- He preparado lugares altos, desde donde todos logren contemplar el brillo de una estrella nueva. Aunque sea necesaria la oscuridad de una noche para que ellos puedan verla.
Mmmm, esa parte no la entendí muy bien. Hallándome descubierta con gran bondad continúo:
- Ocurre que a veces es necesario la oscuridad para que el mundo pueda ver la luz que he puesto sobre ti. Fuerte, pura y fulgurante, capaz de alumbrar a millones de kilómetros de distancia. El destello de mi amor en ti, es capaz de iluminar los ojos de alguien que tirado al piso y sin respuestas espere una señal del cielo, algo que aunque sea por un instante le haga tomar un nuevo aliento.
De momento sonó el silbato de la última hora, y tuvimos que volver a dentro. Cambié un luminoso cielo por un techo de tubos y palos, sin embargo las luces de las estrellas se clavaron en mis ojos para siempre.
Cada vez que las noches se tornan negras a mi alrededor, recuerdo el brillo de aquellas estrellas, y recuerdo las palabras que le escuché decir dentro de mi.
"He preparado lugares altos, desde donde todos logren contemplar el brillo de una estrella nueva. Aunque sea necesaria la oscuridad de una noche para que ellos puedan verla."
No dejemos de brillar, las luces que hoy alumbran en el firmamento siguen marcando la diferencia en las noches oscuras, en las noches eternas.
¡Que sirvan de lumbreras en la bóveda celeste, y que alumbren sobre la tierra! Y así fue. Génesis 1:15
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