Una voz en el corredor se cuela
entre todos los pasillos del lugar:
- Ya saben lo que sigue, deben
caminar en fila cercanos a las paredes, de prisa pero manteniendo la cordura. Todos
podrán salir sanos y salvos, solo hagan lo que corresponde a cada uno.
- Viste amigo, incluyeron efectos
de humo en la práctica -dijo Julio a uno de sus compañeros-. Lástima que dejé en casa mi casco de
bombero, habría sido una buena oportunidad para usarlo. Papá me lo regaló en mi
cumpleaños, es perfecto, igualito al de él.
Las instrucciones de las maestras
se oyen entre un corredor y otro:
Así decían mientras que con una
mano se tapaban la mitad de la cara y con la otra hacían las señas de avance,
cual fiscal de tránsito, pero con un poco de angustia.
Casi al llegar a la salida de la
escuela, para presenciar el momento en que las autoridades del colegio, de
seguro volverían a felicitarlos por la buena conducta y el excelente manejo en
medio de situaciones de siniestro, una de las maestras de preescolar gritó desesperada:
- ¡Me falta un niño, no está en mi
fila, debió quedarse en el salón en la segunda planta! ¡Es Jaime García!
El grito llegó a los oídos de
Julio, y rápidamente sumó todos los factores que estaban desarrollándose ante
él en aquella supuesta escena de cotidiano simulacro. Pero los detalles
extraños le hicieron saber que realmente estaba ocurriendo algo, la angustia de
las maestras y el humo en los pasillos sin duda era un factor nuevo, que no
había visto en las prácticas anteriores.
Al escuchar que Jaime no estaba
con su grupo, decidió correr e ir al rescate de su pequeño hermano. Se salió
con determinación de la fila que lo conducía
a la puerta principal, y abandonando su morral en medio de aquel desolado
pasillo, en su afán por llegar a tiempo al salón de preescolar, se repetía una
y otra vez para infundirse confianza.
- Debajo de tus alas estamos
seguros. Señor ayúdame, permite que podamos salir a tiempo.
Las maderas del viejo techo se
dejaron caer, impidiéndole volver por el mismo camino que llegó. Finalmente
Jaime escondido debajo del escritorio de la maestra lloraba desesperado por no
entender bien lo que ocurría, salió corriendo al encuentro de su hermano que
con una voz de ayuda le dijo:
- Vente Jaimito, todo está bien vamos a casa, papá
nos espera. Al llegar le contaremos de esta aventura, ahora tu y yo también
somos bomberos.
Ambos niños corrían de la mano,
buscando una salida alternativa.
- De prisa Jaimito, nos esperan
afuera tenemos que salir, ya verás cómo ganamos esta vez, no dejes de correr ya
falta poco.
Sin embargo al llegar al final
del pasillo las llamas se encargaron de abrir la puerta por la que los pequeños
planeaban salir.
Desconcertados se abrazaron, tras
un fuerte ruido pudieron ver a un hombre vestido de bombero que atravesaba las
llamas, su semblante inspiraba confianza, su carrera les daba seguridad. Aquel hombre les cubrió con una gruesa manta color vino, los cargó a
ambos cada uno en un brazo, luego sagazmente atravesaron la puerta en
llamas. El bombero los dejó a mitad del pasillo de la entrada y les dijo:
- Salgan, mientras tanto yo iré a ver si queda alguien más.
Los niños agradecidos y contentos
salieron de prisa, sanos y salvos dieron la cara a la multitud. Maestros,
amigos y familiares esperaban en primera fila cómo sería el desenlace de este
desdichado suceso. Los niños, a pesar de
los hilos de llanto que se imprimieron sobre las capas de humo que empolvaron
sus mejillas, sonreían a la vida nuevamente. Ya estaban sus padres en la
escena, entre abrazos y besos de reencuentro su madre preguntó:
- Cómo hicieron mis hijos para
salir de ese infierno, cómo lograron salir con bien.
- El bombero mamá -dijo Julito y Jaime asentaba con su cabeza mientras sus ojos aun escurrían algunas
lágrimas.
- El bombero de manta roja nos cubrió y abrazándonos nos dejó casi a
la salida del colegio, corrimos como él nos dijo y pudimos salir.
Ambos padres
se miraron sorprendidos, a los pocos segundos pudieron comprender que lo ocurrido con sus hijos, era sin duda, un rescate de parte del cielo. Al momento siguiente, la
reportera informaba en una señal de enlace con todos los canales de televisión de
la región:
- De manera
milagrosa los niños que permanecían dentro han salido sanos y salvos. Es un milagro que este suceso no haya
dejado heridos ni víctimas fatales. Sin
embargo, después de casi media hora que el incendio comenzó, aún se espera que llegue el Cuerpo de Bomberos de la ciudad. Aunque estamos seguros que no queda ninguna persona
dentro de las instalaciones, se requiere su presencia para aseverar que la
situación está controlada.
Hoy muchos
esperan ser rescatados de las llamas que arden cercándoles la vida, esperan
porque alguien venga en su rescate, de lo contrario, no habrá manera de
sobrevivir a su propio siniestro.
Mira hacia
adelante, no dejes que el humo de la circunstancia te impida ver que El corre
hacia ti, que ha venido por tu vida, no cuestiones Su presencia y no opongas resistencia, deja que te cubra y que te cargue,
después de todo en Sus brazos, aun atravesando las llamas, estarás a salvo.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2
3 comentarios
¡Tremendo valor el del pequeño Julio!
ResponderEliminar¿Será que todos los que se arriesgan y tienen éxito se debe a que alguien mayor los asistió?
Bueno, hoy más que nunca, necesito a ese Bombero en mi vida. Bendiciones a todos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue bueno, sorprendente el amor de Julito hacia su hermano, el Sr siempre nos auxilia no importando las circunstancias. Adelante pluma encendida y Bendiciones.
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