Cuéntamelo otra vez

Rescate en llamas

miércoles, noviembre 02, 2011

rescate de bombero en llamas
Suenan nuevamente las alarmas, casi que a la misma hora de la última vez.

Una voz en el corredor se cuela entre todos los pasillos del lugar:

- Ya saben lo que sigue, deben caminar en fila cercanos a las paredes, de prisa pero manteniendo la cordura. Todos podrán salir sanos y salvos, solo hagan lo que corresponde a cada uno.

- Viste amigo, incluyeron efectos de humo en la práctica -dijo Julio a uno de sus compañeros-. Lástima que dejé en casa mi casco de bombero, habría sido una buena oportunidad para usarlo. Papá me lo regaló en mi cumpleaños, es perfecto, igualito al de él.

Las instrucciones de las maestras se oyen entre un corredor y otro:

- ¡Velocidad niños, avancen! Caminen de prisa cerca de las paredes.

Así decían mientras que con una mano se tapaban la mitad de la cara y con la otra hacían las señas de avance, cual fiscal de tránsito, pero con un poco de angustia.

Casi al llegar a la salida de la escuela, para presenciar el momento en que las autoridades del colegio, de seguro volverían a felicitarlos por la buena conducta y el excelente manejo en medio de situaciones de siniestro, una de las maestras de preescolar gritó desesperada:

- ¡Me falta un niño, no está en mi fila, debió quedarse en el salón en la segunda planta! ¡Es Jaime García!

El grito llegó a los oídos de Julio, y rápidamente sumó todos los factores que estaban desarrollándose ante él en aquella supuesta escena de cotidiano simulacro. Pero los detalles extraños le hicieron saber que realmente estaba ocurriendo algo, la angustia de las maestras y el humo en los pasillos sin duda era un factor nuevo, que no había visto en las prácticas anteriores.

Al escuchar que Jaime no estaba con su grupo, decidió correr e ir al rescate de su pequeño hermano. Se salió con determinación  de la fila que lo conducía a la puerta principal, y abandonando su morral en medio de aquel desolado pasillo, en su afán por llegar a tiempo al salón de preescolar, se repetía una y otra vez para infundirse confianza.

- Debajo de tus alas estamos seguros. Señor ayúdame, permite que podamos salir a tiempo.

Las maderas del viejo techo se dejaron caer, impidiéndole volver por el mismo camino que llegó. Finalmente Jaime escondido debajo del escritorio de la maestra lloraba desesperado por no entender bien lo que ocurría, salió corriendo al encuentro de su hermano que con una voz de ayuda le dijo: 

- Vente Jaimito, todo está bien vamos a casa, papá nos espera. Al llegar le contaremos de esta aventura, ahora tu y yo también somos bomberos.

Ambos niños corrían de la mano, buscando una salida alternativa.

- De prisa Jaimito, nos esperan afuera tenemos que salir, ya verás cómo ganamos esta vez, no dejes de correr ya falta poco.

Sin embargo al llegar al final del pasillo las llamas se encargaron de abrir la puerta por la que los pequeños planeaban salir.

Desconcertados se abrazaron, tras un fuerte ruido pudieron ver a un hombre vestido de bombero que atravesaba las llamas, su semblante inspiraba confianza, su carrera les daba seguridad. Aquel hombre les cubrió con una gruesa manta color vino, los cargó a ambos cada uno en un brazo, luego sagazmente atravesaron la puerta en llamas. El bombero los dejó a mitad del pasillo de la entrada y les dijo: 

- Salgan, mientras tanto yo iré a ver si queda alguien más.

Los niños agradecidos y contentos salieron de prisa, sanos y salvos dieron la cara a la multitud. Maestros, amigos y familiares esperaban en primera fila cómo sería el desenlace de este desdichado suceso. Los niños, a pesar de los hilos de llanto que se imprimieron sobre las capas de humo que empolvaron sus mejillas, sonreían a la vida nuevamente. Ya estaban sus padres en la escena, entre abrazos y besos de reencuentro su madre preguntó:

- Cómo hicieron mis hijos para salir de ese infierno, cómo lograron salir con bien.

- El bombero mamá -dijo Julito y Jaime asentaba con su cabeza mientras sus ojos aun escurrían algunas lágrimas. 

- El bombero de manta roja nos cubrió y abrazándonos nos dejó casi a la salida del colegio, corrimos como él nos dijo y pudimos salir.

Ambos padres se miraron sorprendidos, a los pocos segundos pudieron comprender que lo ocurrido con sus hijos, era sin duda, un rescate de parte del cielo. Al momento siguiente, la reportera informaba en una señal de enlace con todos los canales de televisión de la región:

- De manera milagrosa los niños que permanecían dentro han salido sanos y salvos. Es un milagro que este suceso no haya dejado  heridos ni víctimas fatales. Sin embargo, después de casi media hora que el incendio comenzó, aún se espera que llegue el Cuerpo de Bomberos de la ciudad. Aunque estamos seguros que no queda ninguna persona dentro de las instalaciones, se requiere su presencia para aseverar que la situación está controlada.

Hoy muchos esperan ser rescatados de las llamas que arden cercándoles la vida, esperan porque alguien venga en su rescate, de lo contrario, no habrá manera de sobrevivir a su propio siniestro.

Mira hacia adelante, no dejes que el humo de la circunstancia te impida ver que El corre hacia ti, que ha venido por tu vida, no cuestiones Su presencia y no opongas resistencia, deja que te cubra y que te cargue, después de todo en Sus brazos, aun atravesando las llamas, estarás a salvo.


Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2

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3 comentarios

  1. ¡Tremendo valor el del pequeño Julio!

    ¿Será que todos los que se arriesgan y tienen éxito se debe a que alguien mayor los asistió?

    Bueno, hoy más que nunca, necesito a ese Bombero en mi vida. Bendiciones a todos!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Que bueno, sorprendente el amor de Julito hacia su hermano, el Sr siempre nos auxilia no importando las circunstancias. Adelante pluma encendida y Bendiciones.

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