Como era de esperarse, se prepararon muchos paqueticos, cajitas hermosas, bolsas con pulseras, collares, anillos y todo lo propio en una tienda como esa. Pero en el transcurso del día un libro fuera de la exhibición fue solicitado. Salió a la vitrina cuando se consideraba que no estaba en venta.
Una señora lo vió y lo quiso, lo pagó sabiendo que se llevaba una gran joya. 365 diamantes en una sola pieza, suficiente brillo, demasiada luz, tan caro como el oro fino, tan simple como un poco de tinta en unas cuantas hojas de papel.
Sé que en cada ejemplar de Isha Salmos hay una unción especial, capaz de podrir yugos y quitar cargas. Es mi deseo que esa mujer y todas nuestras lectoras sean tan impactadas con Isha Salmos como lo fuimos Patricia, Keila y yo.
La palabra de Dios siempre será para nosotras la Joya de gran precio, Bendiciones!!
