Un poco de El

Profundo Amor

lunes, octubre 31, 2011

oscuridad desobediencia
Nunca imaginé que podía hundirme en tan profunda oscuridad.

Por más que abro mis ojos mis pupilas no logran percibir nada,  las tinieblas de la recamara me hunden en un piso que jamás pisé. Acuoso y caliente, por más que intento levantarme mis pies resbalan entre venas que son como raíces de árboles, fuertes y esponjosas a la vez.

Por más que te llamo parecieras no escucharme, por más que clamo mi voz no logra escapar de aquí, siento que se hunde conmigo escapándose hacia dentro por el hoyo de mi garganta, colándose entre mi angustia y mi desesperación. No sé desde hace cuánto estoy aquí, días tal vez, para mí la noche se mantiene perpetua. Cuándo volveré a vivir, en qué momento abriré mis ojos a un día nuevo.

Una turbulencia tras otras, todas me llevan hacia delante y hacia a tras al mismo tiempo, halándome por la entrañas, haciéndome sentir que cada vez estoy más muerto.

- ¿Puede haber algo peor? Te pregunto si me oyes.

- ¿Puedo acaso regresar el tiempo y embarcarme en otra dirección?

Mi corazón aún sigue vivo, aunque mi mente lo de por muerto me convence con cada latido que aún puede soportar un poco más. Los rugidos de esas fauces me atrapan ensordeciendo la más mínima esperanza de libertad, cómo saldré tras esos gruesos y puntiagudos barrotes de mármol, aun si pudiera llegar hasta allí necesitaría la fuerza de un volcán en erupción para emerger de aquí.

Si pudiera servirte de nuevo, ofrecerte mi corazón en devoción a cambio de la luz del día. Ya no sé si sale el sol en la pradera o si las aves vuelven a trinar como lo hicieron siempre, como lo hacían  antes de que yo viniera a vivir, o a morir aquí.

Pero algo ocurre,… el temblor es más imponente esta vez, estremece la estructura y no puedo huir a ningún lado para ocultarme, no puedo hacer nada para protegerme, me sube como espuma levantándome como a una pluma con la fuerza del viento, me sumerge en su altitud sin darme la oportunidad de hacerle frente a un ejército de agua que me arropa la vida, matándome ya de una vez.

El golpe sobre la arena me despierta de un sueño que en segundos me hizo volar por los aires, expedito como la bala que sale de la boca de un cañón. El sol que me alumbra perfora de inmediato mi piel arrugada, la luz que se cuela entre mis poros me avisa que ha terminado mi condena, apenas puedo abrir mis ojos y divisando el alta mar me doy la vuelta y allí esta, mi impostergable destino.

Nínive, grande es el propósito de Dios contigo, por amor a tus hijos Él me ha traído en un viaje de primera clase para Desobedientes, me gané el boleto el día en que pensé que podía esconderme de los ojos del Altísimo. ¿A dónde Señor, a dónde huiré de tu presencia?

Hoy veo la luz de esa nueva oportunidad que en mi angustia precisaba. Vengan todos a escucharme, si no vienen yo iré a su encuentro, les hablaré de un amor inmenso, capaz de confinarme en la más oscura prisión, solo para preservar mi corazón de no morir en las mazmorras del orgullo y la desobediencia.

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2 comentarios

  1. Nunca había visto la oscuridad desde ese punto. Hoy entiendo mejor el gran amor que Dios tuvo por Jonás, por los de Nínive y sin dudas por mí.

    Hermoso relato, tienes talento muchachita!

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  2. Excelente mensaje!!

    Dios les guarde y les prospere en su ministerio.

    Bendiciones a la bebé.

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