Por más que abro mis ojos mis
pupilas no logran percibir nada, las
tinieblas de la recamara me hunden en un piso que jamás pisé. Acuoso y
caliente, por más que intento levantarme mis pies resbalan entre venas que son
como raíces de árboles, fuertes y esponjosas a la vez.
Por más que te llamo parecieras
no escucharme, por más que clamo mi voz no logra escapar de aquí, siento que se
hunde conmigo escapándose hacia dentro por el hoyo de mi garganta, colándose
entre mi angustia y mi desesperación. No sé desde hace cuánto estoy aquí, días
tal vez, para mí la noche se mantiene perpetua. Cuándo volveré a vivir, en qué
momento abriré mis ojos a un día nuevo.
Una turbulencia tras otras, todas
me llevan hacia delante y hacia a tras al mismo tiempo, halándome por la
entrañas, haciéndome sentir que cada vez estoy más muerto.
- ¿Puede haber algo peor? Te
pregunto si me oyes.
- ¿Puedo acaso regresar el tiempo
y embarcarme en otra dirección?
Mi corazón aún sigue vivo, aunque
mi mente lo de por muerto me convence con cada latido que aún puede soportar un
poco más. Los rugidos de esas fauces me atrapan ensordeciendo la más mínima
esperanza de libertad, cómo saldré tras esos gruesos y puntiagudos barrotes de mármol,
aun si pudiera llegar hasta allí necesitaría la fuerza de un volcán en erupción
para emerger de aquí.
Si pudiera servirte de nuevo,
ofrecerte mi corazón en devoción a cambio de la luz del día. Ya no sé si sale
el sol en la pradera o si las aves vuelven a trinar como lo hicieron siempre,
como lo hacían antes de que yo viniera a
vivir, o a morir aquí.
Pero algo ocurre,… el temblor es
más imponente esta vez, estremece la estructura y no puedo huir a ningún lado
para ocultarme, no puedo hacer nada para protegerme, me sube como espuma levantándome
como a una pluma con la fuerza del viento, me sumerge en su altitud sin darme
la oportunidad de hacerle frente a un ejército de agua que me arropa la vida,
matándome ya de una vez.
El golpe sobre la arena me despierta
de un sueño que en segundos me hizo volar por los aires, expedito como la bala
que sale de la boca de un cañón. El sol que me alumbra perfora de inmediato mi
piel arrugada, la luz que se cuela entre mis poros me avisa que ha terminado mi
condena, apenas puedo abrir mis ojos y divisando el alta mar me doy la vuelta y
allí esta, mi impostergable destino.
Nínive, grande es el propósito de
Dios contigo, por amor a tus hijos Él me ha traído en un viaje de primera clase
para Desobedientes, me gané el boleto el día en que pensé que podía esconderme
de los ojos del Altísimo. ¿A dónde Señor, a dónde huiré de tu presencia?
Hoy veo la luz de esa nueva oportunidad que en mi angustia precisaba. Vengan todos a escucharme, si no vienen yo iré a su encuentro, les hablaré de un amor inmenso, capaz de confinarme en la más oscura prisión, solo para preservar mi corazón de no morir en las mazmorras del orgullo y la desobediencia.
(Jonás 2)
2 comentarios
Nunca había visto la oscuridad desde ese punto. Hoy entiendo mejor el gran amor que Dios tuvo por Jonás, por los de Nínive y sin dudas por mí.
ResponderEliminarHermoso relato, tienes talento muchachita!
Excelente mensaje!!
ResponderEliminarDios les guarde y les prospere en su ministerio.
Bendiciones a la bebé.