Hace unos días un reconocido artista estaba siendo entrevistado en una programa de televisión, la entrevistadora le preguntaba: ¿desde cuándo comenzó esa situación en tu vida, desde cuándo comenzaste a sufrir ataques de pánico? El hombre con voz pausada y semblante sereno respondió: - realmente no sé cuándo comenzó, solo sé que casi termina conmigo.
Actualmente son muchos los hombres y mujeres que luchan contra este enemigo invisible, que habiendo sido auspiciado por la ansiedad y el estrés se instala y abraza con sus tentáculos todas las áreas de la vida.
La paradoja cubrió la nación de repente. Unas calles quedaron solitarias mientras otras pocas se atiborraron, unos decidieron descansar mientras el resto se plantó en pie de lucha. Unos lloran, otros ríen, otros simplemente miran.
¿A dónde vamos a llegar con esta guerra de palabras? Silenciarnos no nos devolverá la paz. ¿Cuántas vidas más terminaran bajo esta densa sombra?
Difícil de pensar, difícil de creer.
Nadie jamás te creerá, si llegaras a decirles.
Mejor, mientras tanto, sólo espera. Y luego que hablen por sí solas las evidencias.
Lo natural sería que hablaras de eso mientras el sol te quema la cara, pero nunca en medio de una noche tan oscura como esta. Ni siquiera tienes el brillo de las estrellas a tu favor como para que le añadas un poquito de color al asunto.
Ya había sobrepasado el límite de la paciencia de todos allí, había agotado todos los beneficios posibles, todas las prorrogas habían sido concedidas esperando un cambio en su actitud y su conducta.
Ya sin nada más que prometer, sentado en el banquillo de los acusados, escuchó la declaración que envuelta con frustración y hastío la Profesora dejó caer sobre él: -tú eres una rata, le dijo. -Un parásito en crecimiento. Nada que valga la pena lograrás hacer-, y otras tantas declaraciones más, que por el eco de las primeras no alcanzó si quiera a escuchar el resto.
Habiendo sido calificado como un asqueroso y repudiable roedor, se preparó para vivir la vida entre alcantarillas o en el mejor de los casos tras las rejas, se programó para vivir en la oscuridad por debajo de todo, sin ningún valor y sin aspiraciones de nada. Pero un buen día se topó de frente con Uno que le cambió el nombre, viéndole tal y como era le llamó "Hijo" y él lo escuchó.
¡Cuán grande es Él!, ¡Cuán grande es Él!... se escuchaba con frecuencia en la gran sala. Todos conmovidos por las grandiosas notas musicales de ese precioso himno, cantaban emocionados esa canción.
Hoy hay algo que conmueve mi corazón para volver a entonar esas líneas y decir como ellos: ¡Cuán grande es Él!, ¡Cuán grande es Él!. Basta con mirar la vida para darle gracias al Señor por todo cuanto nos ha dado, pequeñas muestras de Su inmenso amor.
Pareciera que la competencia comenzó, ¿quién logrará conseguir el atuendo más original para estas fechas?
Muñecas, viejitas, negritas, bebes, mounstros, piratas, fantasmas; otros hacen honor a ciertos oficios como bomberos, médicos, policías, enfermeras. El otro día vi a uno en pijamas, y exageradamente demacrado, pregunté por curiosidad de que estaba disfrazado y con cara de anémico me dijo que era obvio, se había disfrazado de “enfermo”;… realmente me asombra tanta creatividad. Por supuesto, siempre hay otros más excéntricos que caracterizan hasta la muerte, con una hoz de vara larga y su respectiva mascara calavérica. Aunque los más populares son los atuendos altruistas, esa fila de súper héroes que se pasean por las calles con su capa en la espalda y su antifaz en la cara, pero todos movidos por el mismo motivo, llamar la atención, y aunque sea por un instante lograr impactar al resto.