Al parecer no hay manera de detener la ola de contaminación que arropa nuestro planeta, organizaciones mundiales premian a fundaciones que difundan la preservación ambiental, empresas y grandes industrias destinan considerables partidas para la elaboración y ejecución de proyectos ambientalistas, haciendo todo cuanto esté a su alcance para detener el resultado de generaciones que directa o indirectamente han influido de manera negativa en el medio ambiente.

Todo este movimiento ha generado pavor en la sociedad, comunidades enteras que aun teniendo los recursos ambientales viven como si ya no los tuvieran, y solo se oye hablar de la escasez, que pronto se agotará lo poco que queda. Especulaciones por proyecciones al futuro de cómo será el modo de vida en la próxima década y todo genera mas pavor y angustia a la vez.

No está mal que invirtamos dinero y esfuerzos para preservar el mundo que tenemos, al contrario es lo que nos corresponde a todos como inquilinos de esta gran casa, sin embargo estoy en contra de las alarmas que se han encendido en nuestro entorno para que lejos de que obtengamos un nivel de conciencia que nos lleve a ser prudentes y colaboradores de nuestro ecosistema, entremos entonces en burbujas de pánico porque el agua y el aire nos están matando en vez de darnos vida.

Y me sentí arropada por esto, como si estuviera sumergida en un gran charco de lodo donde no puedes respirar ni abrir la boca. Entonces encontré una palabra que trajo paz en medio de la angustia, y bendición en medio de la maldición que otros predicen.

En Éxodo 23:25 encontré el antídoto a este veneno en epidemia que está arropando a tanta gente:

Mas serviréis al SEÑOR vuestro Dios, y El bendecirá tu pan y tu agua; y yo quitaré las enfermedades de en medio de ti.

Por lo que animo y aplaudo a las organizaciones ambientalistas pro agua, pro aire, pro el mundo entero. Pero en medio de todo hay algo que me da paz, que me hace descansar confiadamente, por mi vida y por la de nuestros hijos, y es esta promesa súper antigua pero que en mí, ahora, cobra más vigencia que nunca.

Les digo con seguridad para aquellos que sirven a Dios de corazón, aquellos que caminan en Su palabra y Su verdad, que la bendición del Señor en nuestras vidas está sobre todo cuanto nos rodea, tanto en los pequeños e insignificantes detalles como en los mas notorios y relevantes.

Escrito está que Él bendecirá nuestro pan y nuestra agua, aun las enfermedades del entorno no nos tocaran, quizás caerán a nuestro lado mas a nosotros no llegará. Creo que la cobertura de esta promesa filtra hasta el aire que respiramos.

Hermanos de América y de todo el mundo, estamos a salvo. En medio de esta general alerta roja, estamos en paz.