El invierno es sinónimo de temporada baja, donde la humedad, la lluvia o la nieve detienen los planes y todo se pospone para los días soleados, sin embargo, pocos saben que esa es la época de los milagros. Época donde la tierra recibe lo que le hace falta para dar buenos frutos, frescos y jugosos, aprovechables y apetecibles para cualquiera.
Pareciera como si la lluvia es vida en gotas que deja a su paso la huella de un tiempo nuevo, trayendo frescura a tierras secas y frutos a ramas estériles. A caso te gustaría que en medio de tanto calor, lloviera al menos un poco. A caso quisieras cambiar de apariencia diciéndole adiós a la aridez de una vida de verano, y dándole la bienvenida al perpetuo rocío de Dios en ti.
La palabra que sale de la boca de Dios puede hacerlo. Puede cambiar tu entorno, la palabra de Dios puede hacer aquello que aun sin saber, tú precisas que ocurra. Porque así como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca (dice el Señor); no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:10-11
Hace un par de años tras un diagnóstico médico no favorable, el cual trajo a nuestras vidas un implacable verano, mi papá recibió una palabra de parte del Señor: “No temas mi siervo, yo soy quien te sana. No temas mi siervo, yo soy tu sanador”. Esa palabra fue como lluvia fresca no sólo en la vida de papá, sino en la de todos nosotros. Esa palabra llegó en el momento preciso y tuvo una acción literal en nuestras vidas. Dio frutos perdurables los cuales alimentan nuestra fe y que además gustosamente compartimos con otros.
El Señor envió su palabra para que creyéremos y entonces mi papá recibiera sanidad. Hoy en día está completamente sano, restaurado y exhibe en su pecho la marca de esa experiencia y en su espíritu el fruto de la palabra de Dios justo a tiempo.
La palabra que el Señor te ha dado no volverá vacía, es decir, no pasará por tu vida sin dejar rastro, algo te dejará o algo se llevará de tu huerto. Esa será la prueba del rocío de Dios sobre ti. El poder de esa palabra regará tu vida haciéndote germinar y producir; después de todo, todavía te queda más, tendrás semilla para sembrar esa misma esperanza en el corazón de otro, esperanza que además será tu pan y tu sustento en los días de pruebas nuevas, donde recuerdes entonces que así como lo hace la lluvia y la nieve, así mismo hará la palabra de Dios en ti.
Entonces Señor que en los veranos de mi vida caiga tu palabra sobre mí, haciendo lo que tu quieras conmigo y usándola en aquello para que la enviaste!
1 comentarios
Hermanos.....maravilloso!!sobre todos me gusta como usa las citas Biblica(nuestras bases principal del creyente)..es muy importantes que son pensamiento derigidos por el Espiritu Santo de Dios.Son palabras que llegan al corazon..sigan adelantes.Bendiciones!
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