Hace poco escuchaba entre las noticias las cifras de las victimas acaecidas por un ciclón en una en las costas del Caribe, y daban registros de la cantidad de personas que se han visto afectadas por desastres como éste en la ultima década.
Me quedé observando las imágenes y en ellas los rostros de los sobrevivientes, uno de ellos declaró: hemos sobrevivido, a pesar de todo, seguimos aquí. Esa palabra quedó en mi mente... Sobrevivientes!
Si contáramos a partir de los desastres naturales y sumáramos las tragedias y accidentes en los últimos cincuenta años, seguramente vendría a la memoria escenarios como la explosión radioactiva del Chernobyl, el ataque a las Torres Gemelas, el Tsunami en Japón el 11 de marzo del año pasado, y un sin número de acontecimientos de mayor o menor escala que a su paso han devastado naciones enteras, familias e historias que jamas serán contadas, pero ocurrieron y la prueba de ello no son los que perecieron sino los que lograron sobrevivir.
Así mismo hay una tragedia a nivel mundial y es la tragedia del pecado, que ha devastado nuestra raza dejando a su paso historias que jamas se contaran, y el registro de sus estragos no sólo son los que ya perecieron en esa condición, sino los que aún sobreviven en medio de ella.
El Señor Jesucristo afirma en Juan 10:10: Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Su plan de amor y redención no es para que sobrevivamos en medio de la catástrofe de una vida sin Dios, sino para que prosperemos por completo una vez que le hemos conocido, una vez que hemos sido objeto de Su rescate.
Hoy por hoy, muchos se piensan exitosos por el tiempo que en sus capacidades han logrado resistir equis situación, o por lograr sostener cierta posición en la vida, y se convencen de que todo ha sido gracias a sus esfuerzos, que no han necesitado de la asistencia de Dios para llegar a tener lo que tienen o ser quienes son. Y muestran con orgullo matrimonios de décadas, títulos y profesiones, propiedades y logros, sin embargo hoy entiendo que sin la asistencia de Dios en sus vidas, sin la participación del Espíritu de Dios en ellos, sólo han sido sobrevivientes. Esperando en medio del desastre que Uno mayor venga en su rescate.
Los planes eternos de Dios con el hombre no son para que sobreviva sino para que venza. No para que resista, sino para que avance.
No te conformes con sobrevivir, con contar la experiencia de tu gran aguante, no importa cuanto tiempo hayas permanecido en esa condición, es tiempo de aferrarte al Señor y a Su palabra, para que entonces prosperes y no sólo sobrevivas.
2 comentarios
yo ya no soy un sobreviviente, vivo plenamente la vida que me regalo el señor AMEN Y AMEN
ResponderEliminarAleluya! Gloria a Dios! El es bueno!!!
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