En Venezuela

Acuerdo de Paz entre Venezuela y Cuba

viernes, febrero 21, 2014

Todavìa recuerdo el Himno a las Americas que entoné alguna vez como representante del 4to. grado. Vestida de uniforme y con un lacito azul en la camisa. Alguien recuerda estos versos:

Un canto de amistad, de buena vecindad,
unidos nos tendrá eternamente.
Por nuestra libertad, por nuestra lealtad
debemos de vivir gloriosamente.
Un símbolo de paz alumbrará el vivir
de todo el Continente Americano.
Fuerza de Optimismo, fuerza de la hermandad
será este canto de buena vecindad.
Argentina, Brasil y Bolivia,
Colombia, Chile y Ecuador,
Uruguay, Paraguay, Venezuela,
Guatemala y El Salvador,
Costa Rica, Haití y Nicaragua,
Honduras y Panamá,
Norteamérica, México y Perú,
Cuba y Canadá:
¡Son hermanos soberanos de la libertad!
¡Son hermanos soberanos de la libertad!

Hoy veo con tristeza como hacemos trizas los versos de este himno. Con qué moral lo enseñaremos a nuestros niños. Cuando quemamos las banderas de los países hermanos, cómo podremos volver a entonar esta canción en las escuelas. 

La imagen de una bandera quemada recorre las redes sociales, los cubanos se levantan y se duelen, mientras que los venezolanos siguen, por todos los medios, mostrando su rebelión y su dolor. Hastiados por la intromisión de un gobierno al que no le bastó con socavar su propia tierra para luego permitirse hacer lo mismo en Venezuela. Enfrentando a los hermanos sin temor a Dios ni a su justicia (Proverbios 6:16-19).

Pero como venezolana que soy, entiendo bien el sentido y dirección de la lucha que hoy arde en las calles de mi país. El malestar es contra aquellos venezolanos que le dieron pemiso a ciertos cubanos para izar su bandera a la par de la nuestra, que obligan a nuestros hijos a entonar el himno nacional de Cuba en las escuelas, no por hermandad sino por autoritarismo.

Me indigna ver a solados cubanos en las tropas venezolanas, como si Venezuela no tuviera suficientes hombres y mujeres capaces de hacer lo que corresponda por nuestra nación. Me indigna más ver a un soldado venezolano enfurecido mientras le quita la vida a otro venezolano, y me pregunto qué puedo esperar de soldados prestados que han venido a una misión más, que así como vinieron se irán, avispas o zamuros que han sido pagados para modelar en las pasarelas de la misión muerte.  

Durante los últimos años he conocido decenas de historias que avergüenzan y enlutan a cientos de cubanos. Sé de gente que se quedó a mitad de camino, de familias rotas más por la distancia que por el destino. Sé de hijos que no pudieron enterrar a sus padres, y de padres que jamas volvieron a ver a sus hijos. Esa es una herencia que no quiero compartir. Es un legado que no les quiero adjudicar a los míos.

Hacen 12 años soy parte de un acuerdo de paz permanente entre Cuba y Venezuela, en mi casa se come la hallaca y el tamal en la misma mesa, se canta la trova y la gaita con el mismo entusiasmo y amamos a Cuba y a Venezuela con el mismo corazón. Mis hijos llegaron a la vida arropados por ambas banderas y al quemar una de ellas acabaría con la riqueza de ser lo que son.

Para mi es una bendición acostarme con Cuba y levantarme en Venezuela, pero no me conformo con vivir lo que vivió mi esposo, con llorar lo que han llorado sus ojos, aun viviendo en libertad. 

Envío palabras de reivindicación y reconocimiento, a todos nuestros familiares y amigos cubanos que pasaron por aquí dejando el rastro de su corazón y su buena voluntad. 

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