Cómo conciliar el sueño en una noche tan pesada como esta. Donde el cielo se ilumina pero no por las estrellas, sino por el fuego que sube desde Venezuela. Qué pesada noche esta, donde pesan los lamentos de las familias que, despiertas, lloran la ausencia de sus hijos, de sus padres, de aquellos que salieron con planes de volver, pero que fueron sorprendidos por un proyectil que les ganó en la carrera.

Miro sin querer mirar, y mientras me abstengo sigo mirando, y allí están. Les veo huyendo de su ejecutor en una calle sin salida, en esquinas donde les espera la muerte. Les veo caer desplomados, sin vida. 

¿Hay alguien que pueda parar el indómito furor que esta noche hace vigilia en Venezuela? Los muchachos salieron a la calle, por orgullo o por hastío, enfrentados como en duelo a matarse si es preciso. Me cuesta trabajo pensar, que esos que apuntan y disparan sean Venezolanos. Me cuesta pensar que sean humanos.

No hay respeto por la vida, en Venezuela se acabaron los derechos, las consideraciones, a esta hora cientos están siendo golpeados, asediados, vejados, asesinados. La sangre recorre los rostros, los cuerpos, las calles. ¿Quién puede parar esto, quien puede intervenir y detener tantos demonios sueltos? 

Sólo la mano de Dios puede intervenir Venezuela, y a esa justicia no podrán burlar. 

No sé hasta dónde pueda llegar la voz de Pluma Encendida esta noche, pero invito a todos aquellos amigos y hermanos que estando dentro o fuera del país, se sientan parte de esto; ya que no podemos hacer nada en el cuerpo, hagamos entonces en el espíritu. Sabiendo que nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas. 

Levántense durante la noche y clamen.