Mientras considero las palabras que usamos a diario, encuentro una tan particular que si las palabras sufrieran desgaste, seguramente ésta ya se hubiera extinguido. Creo que no hay otra palabra en nuestro idioma más usada y más grande, para expresar nuestra gratitud, que "gracias". Qué curioso que podamos decir tanto sólo con esas pocas letras. Que podamos con ellas, simplemente salir del paso algunas veces, y otras tantas podamos quedarnos en el mismo paso para siempre.

Decimos gracias cuando nos alcanzan un vaso con agua, gracias cuando nos ceden el puesto de estacionamiento, cuando después de que otro abre la puerta nos permite pasar primero. Gracias en el trabajo, en la escuela, ... hemos dicho gracias tantas veces, y ¿cuántas veces más la volveremos a decir?

Imagino las gracias que diera el corazón de Sara al saberse embarazada, las gracias de Jonás en las costas de Nínive después de que la ballena lo vomitara justo allí, las gracias de Pedro al ser restituido por el Maestro, las gracias de Jairo al ver a su hija de vuelta a la vida, las gracias de María y Martha después de abrazar a Lázaro otra vez.

Hoy digo gracias delante de Dios, por Su amor y Su misericordia, por Sus favores y cuidados, por llenarme de regalos cada vez. Hoy, que el odómetro de la vida marca mi kilómetro numero 31, digo un inmenso Gracias, Gracias mi Buen Señor, Gracias por todo.

Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Salmo 136:1