Estaba molesto y obstinado caminando de un lado a otro con su pequeña cabeza abajo, mirando sus patas mientras repetía una y otra vez: - Estoy frustrado, qué apariencia tan absurda tengo -me dijo con tristeza-, lo tengo todo y no soy como quisiera ser, lo tengo todo no soy lo que quisiera.
- ¿A qué te refieres? -pregunté mientras intentaba seguirle el paso. Después de un rato de silencio contestó: - Parece que tengo que conformarme con correr y correr sin ser un ciervo, a hundir mi cabeza sin ser oso hormiguero, de qué le sirven las alas a uno que no puede volar?
Durante mi silencio, le vi hundir la cabeza por completo hasta la mitad del cuello, en un agujero que yo no había visto pero que con gran habilidad él encontró. Allí estuvo por horas, hasta que un lejano ruido lo puso alerta, su largo pescuezo salió a la superficie, mirando hacia los lados y sin despedirse se fue lejos en cuestión de segundos.
Mientras se alejaba lo observe y descubrí en él atributos que no hallé en ningún otro. Esas alas de las cuales renegaba, era lo que le daba impulso a todo su cuerpo, sus patas largas y fuertes le hacían avanzar estable y velozmente, su cuello largo y delgado le daba la oportunidad de divisar el horizonte por completo. Con esta acción me mostró que podía escapar con gran sagacidad de sus depredadores, pero que aun así no podía escapar de ese pensamiento que lo estaba desmenuzando como a su mejor presa.
En aquel atardecer entendí que muchas veces nos encontramos como Truz, deprimidos mirando nuestras limitaciones, añorando tener lo que tienen otros, o ser como otros. Esperando que ocurra un cambio en nuestra especie, en vez de asumirnos como únicos y aprovechar nuestras habilidades y ventajas.
Qué habilidades tienes tú, qué es eso que te distingue del resto del mundo. Quizás tengas patas fuertes para conquistar con rapidez las más largas distancias, o un largo cuello para alcanzar las mejores y más tiernas ramas. Tal vez tienes una cabeza pequeñita que te permite hurgar en las profundidades de lo inexplorado para descubrir lo que otros jamás podrán ver.
Conozco a tantos que se menosprecian a si mismos queriendo ser águila, mientras se saben avestruz. Sería perfecto que todos pudiéramos ser como esas grandes y portentosas aves que surcan los cielos, pero si el Señor, en su perfecta voluntad, nos ha destinado como avestruces entonces surquemos la tierra, con gallardía y valor.
Aun cuando tu especie te predisponga a vivir escondiendo el mentón, no te detengas, no propicies la ocasión para que se hunda tu cabeza, mantente en movimiento y corre de esos pensamientos que te merman, huye de ese depredador interior que te persigue para hacer de ti su mejor presa. Y gózate entonces mientras corres, finalmente jamás he visto correr a un avestruz agachando la cabeza.
Los rescatados del Señor volverán, entrarán en Sion con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, y se apartarán la tristeza y el gemido. Isaías 51:11
1 comentarios
Tremenda realidad, muchas veces el enemigo del alma intenta destruirnos a través del pensamiento negativo. Y uno que le da muy buenos resultados es precisamente la autoestima. Somos únicos e inimitables porque somos hechos a su imagen y semejanza.Bendiciones y adelante mi pluma encendida, que lo mejor esta llegando
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