Mensajes de domingos

Antes de Goliat

lunes, febrero 10, 2014

Ayer en mi pequeña congregación, recibí un mensaje poderoso, el cual creo es digno de multitudes. Siempre había visto el pasaje de David y Goliat (1 Samuel 17) como una batalla cuerpo a cuerpo, donde salió al combate no la astucia de un hombre de guerra, sino el entrenamiento de un joven que había visto a Dios peleando por él en todas sus batallas. 

Sin embargo, después de este "mensaje de domingo" se me hace nueva esta historia al encontrar que Goliat no era la primera bestia que David derribaba. Y haber derribado las bestias del campo, no era lo único que le certificaba para ir contra Goliat, sino el hecho de haber vencido a otros gigantes, que sin guerras aparentes, le hicieron la vida un contínuo campo de batalla.

David antes de pelear con Goliat, tuvo que pelear con el menosprecio de su padre y sus hermanos. Al llegar el profeta Samuel, David no estaba en casa, estaba solo cuidando las ovejas. ¿Por qué ninguno de los hijos de su padre compartía con él la responsabilidad? ¿Por qué no designaron a un siervo de la casa para que se hiciera cargo? Su padre puso delante de Samuel a todos sus hijos antes de pensar en David. Él no calificaba como Rey, ni siquiera para los de su propia casa.

Luego al verlo Samuel, Dios mismo tuvo que confirmarle al profeta que David era el escogido, puesto que ante los ojos de Samuel, el chico tampoco calificaba como el ungido de Dios.

El día en que David deja de ser un desconocido para el pueblo de Israel, antes de medirse con Goliat tuvo que hacerle frente a dos gigantes primero. El menosprecio de Eliab, su hermano mayor, y la oposición de Saúl el Rey. Ante el ejercito de Israel David tampoco califica como guerrero y tiene que derribar, uno a uno, todos los argumentos que le gritaban: - tu no puedes, no es posible. Tu eres un niño, te falta experiencia. Todos eran tan fuertes como el continuo y resonante grito de Goliat.

Me preguntó por qué Dios permitió tanta oposición. Tal parece que la lucha no era sólo contra el ejército de los filisteos, sino contra el mundo entero. 

Y entiendo entonces, que antes de Goliat, Dios mismo te llevará a diferentes campos de batalla, donde te tocara vencer hasta los de tu propia casa, a tus hermanos, a tu padre, a tu cónyuge, a tus hijos. A tus compañeros, a tu jefe, a los que están por encima, a los que tienes al lado. Y no me refiero a derribarlos con una patada, o haciendo caso omiso de sus opiniones, ignorando el consejo de ellos y sus apreciaciones. Sino a vencerlos con una mansa palabra, llena de autoridad y gallardía. Venciendo sus argumentos con la oración, sabiendo que nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas. 

A menudo esperamos con ansias ver a Goliat delante de nosotros, para que asidos de toda la fe del mundo pongamos nuestra piedra en su frente y luego vengamos y cortemos su cabeza y tengamos el placer de dar sus carnes a las aves del cielo. Pero ese momento parece que nunca llega, habiendo sido entrenados por años, el combate decisivo aún no se da. Pero, ¿será que es por falta de un gigante, o es a caso que el niño aún no tiene las piedras completas?

La historia cuenta que David ante Goliat tomó cinco piedras de río, y siempre me pregunté por qué cinco y no tres, o dos o seis, o una. Anoche entendí que cada una de esas piedras le recordaba a David sus victorias anteriores. Con esas piedras le decía a Goliat: - estoy ante ti porque ya vencí al oso, vencí al león, vencí el menosprecio de mi padre y mis hermanos, vencí la subestimación hasta del mismo profeta Samuel, y vencí finalmente, la oposición del Rey. Ahora es tu turno engreído filisteo, y el mismo que lo hizo ayer lo hará otra vez. El mismo que me ha librado hasta hoy, lo hará de nuevo.

No fue sino hasta entonces que llegó el día de mirarse cara a cara con Goliat y derribarlo. 

¿Te parece que has padecido mucha oposición hasta ahora?, ¿que mientras vas en pos del llamado de Dios para tu vida, brotan los conflictos cual  hierba del campo? ¿Piensas que si así es el principio no quieres imaginar el final? Mírate como a David, que aunque tu principio haya sido pequeño, en el Nombre de Señor, grande será tu final.

Gracias Señor,  porque hoy sé que tengo unas cuantas piedrecitas en mi historial.

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3 comentarios

  1. Mas claro no canta el gallo, Como decimos en mi pais (Puerto Rico). Gracias por estas palabras. Dios siempre llega a tiempo. Gracias Salvador!!!! Tu Palabra sigue siendo Viva y Eficaz!!!! y cada dia nos trae grandes ensenanzas.

    Muchas gracias por compartir. Bendiciones!!!!!

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  2. MIGUEL ANGEL DIAZ COSENZA.17 de febrero de 2014, 17:55

    QUE BUENO MI QUERIDA PLUMA. ES DE GRAN BENDICION LEER TUS ARTICULOS. ADELANTE QUE LO MEJOR ESTA LLEGANDO. TE AMO MUCHO!!!!!!!.

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