Cuidado con eso

Tsunami Inesperado

miércoles, marzo 14, 2012

a un año del tsunami
Actualmente muchos piensan que por su propio conocimiento y prudencia, han logrado obtener una posición que por sí mismos los pone a salvo de cualquier peligro, sintiéndose blindados ante la vida y la muerte, piensan que no hay arma que pueda contra ellos. 

Pero lamentablemente el hombre en su orgullo se olvida que más allá de sus conocimientos, su sabiduría y su ciencia, la mano de Dios es mayor y en vez de hacer alianza con él preferimos dar la vuelta y hundirnos en profundos posos de indiferencia que nos dejan expuestos a los más inesperados embates, no como una muestra de castigo divino, sino como el resultado de nuestra independencia.

No hay duda que las decisiones tienen el poder de llevarnos a la vida o a la muerte. El punto no es preguntarnos por qué Dios permite las circunstancias adversas, el asunto es entender que en su mayoría son el resultado de una decisión. 

Hace un año Japón se engreía de sus avances nucleares, publicando la noticia de que era imposible ser atacados por alguna nación mayor, puesto que ellos contaban con un arsenal de armas poderosas, y con la tecnología suficiente como para crecerse de inmediato ante cualquier posible enemigo, sin embargo bastó que la tierra se moviera unos pocos centímetros para que se levantará la ola más grande registrada en la historia, acabando con miles de millones de dólares invertidos, con el esfuerzo de años y con la entrega de miles de japoneses que se asumieron seguros mientras se rodeaban de centrales nucleares que prometían resguardarles, cuando finalmente para muchos fueron el detonante que acabó con sus vidas. 

Dónde está la seguridad que les brindaba su avance y su tecnología, y en tal caso dónde están los dioses del Japón, es obvio que a pesar de tanto adelanto y de tanta cultura religiosa no pudieron hacer frente, no a un ejército de hombres, sino a una embestida natural. Hoy miran a lo lejos ese mar en calma que cortó de la historia la vida de tantos, las flores blancas se observan sobre las aguas, yéndose a lo lejos como la memoria de aquellos que no sobrevivieron a la gran ola. Muchos se preguntaran ¿dónde estaba el Dios de la Biblia cuando ocurrió todo esto? Con seguridad en el mismo sitio donde Japón decidió que no interviniera en sus asuntos.

Cuidado con las decisiones que tomamos en la vida, cuidado si en nuestros afanes personales, nos encontramos dándole la espalda a Dios, finalmente si un mal día la ola de la desgracia nos arropa no prevalecerá Su imponente mano, sino la libertad que nos dio de decidir aún acerca de su intervención en nuestras vidas. 

Vuelvan a Dios naciones de la tierra, reconciliémonos con nuestro creador! Pidámosle entonces que en el día malo tenga misericordia de nosotros, démosle entrada para que intervenga en todos los episodios de nuestra historia, y cuando se crezca la ola de la calamidad delante de nosotros permita que en vez de ser arrasados por ella, seamos elevados y con su fuerza avasallante, colocados en lugares seguros, de reposo y de paz.

Oremos por Japón, por aquellos que hoy se estacionan frente a un mar de recuerdos y desolación, hay esperanza aún después de la perdida, hay salvación en medio de tanto dolor, así ha dicho el Señor para aquellos que en él crean: He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6. Finalmente el es el único que puede convertir a un sorpresivo tsunami, en una gran ola de bendición.  

El Señor es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia. En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan. Salmo 9:9-10

Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás. Salmo 50:15

Otras que te Gustarán

2 comentarios

SUSCRIBETE

Entregado por FeedBurner

Sociales