¿Recuerdas la escena del hijo prodigo? Lucas 15:11-24.
Debilitado ante la cantera de estiércol intentando convencer a los puercos que le permitieran comer de su inmundicia. Ante tanta miseria, después de haber caído tan bajo, piensa para sí: en la casa de mi padre hay abundancia de pan. Volveré y le pediré que me acepte como a uno de sus jornaleros.
Finalmente decide emprender su regreso y el Padre bueno lo espera, y al verle venir corre a su encuentro. Le sostiene entre sus brazos y con un beso de bienvenida calla su boca, ofreciendo su perdón aun antes de que el hijo lo pidiera.
Así es el amor de nuestro amante Padre Celestial, quien sale al camino, esperando el día en que decidamos volver a casa.
Sin embargo, aún postrados delante de la escoria antes de emprender el regreso, la batalla se desata en los valles de tu mente. Donde el enemigo del alma te convence de que después de todo lo que has hecho ya no podrás volver a casa. Que nada tienes en la casa del Padre, que has perdido tu condición de hijo del Rey y que por causa de tus propios errores no tienes regreso.
Ciertamente antes de caer en el lodo cenagoso de la desesperacion como cita el Salmista David (Salmo 40:2), somos nosotros quienes decidimos dar el salto, creyéndonos suficientes para salir de el cuando queramos. Hasta que nos damos cuenta que estamos desgastados, que nuestra apariencia ha cambiado, el semblante de un príncipe a pasado a ser el semblante de un mendigo.
Pero gloria a Dios por Su gracia redentora, Su Santo Espíritu es quien te levanta del pozo de la desesperación y del desconcierto, donde el olor de tu pecado te ha cubierto por completo, sabiendo que ya no eres digno de ser llamado Su hijo.
El amor del Rey es mayor, en las bodegas de Su casa hay suficientes aceites y aromas para quitar de tu vida el hedor del error, hermosas capas de gracia que cubrirán tu vergüenza y una corona y un anillo, un calzado y un vestido que mostraran al mundo que has pasado de muerte a vida, que por Su amor y Su misericordia has pasado de puerco a príncipe.
La fiesta está preparada, hay un becerro engordado listo para el regreso de aquellos que anhelan el beso y el abrazo, para esos que anhelan Su perdón.
¡Regresa!
4 comentarios
U lala, me retrató, 35 años revolcándome en el fango de inmundicia y Papá me hizo volver, ya no hay desesperanza, sino confianza. Gracias Padre por tu hija que ocupa este medio para fortalecer y desde luego llamar a los que aún no están. Bendiciones.
ResponderEliminarQuerido Hermano Solórzano, me bendice que estés aquí. Esta palabra es para todos, así como para todos es también Su misericordia. Qué bueno que un día decidimos volver a casa. Un abrazo!
EliminarCuando tomamos el paso de obediencia de volver al hogar, ya nuestro padre tiene fiesta de amor. Satanás se empeña en hacernos olvidar nuestra condición de hijos. Que bueno amada entender que su amor va mucho mas allá de nuestras circunstancias. Te amo mi Pluma Encendía y recuerda lo mejor ya esta llegando.
ResponderEliminarAmen Papá, lo creo!
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