Hace poco, en el marco de los 100 años del hundimiento del Titanic se publicó una noticia acerca de un hombre muy especial.
Se trató John Harper, el pastor que murió evangelizando en el Titanic hasta el último minuto. Estuvo abordo del gran barco con su pequeña de seis años, porque iba a predicar en una de las iglesias más grandes de los Estados Unidos de la época, la Iglesia Moody en Chicago. Cuando el Titanic golpeó el iceberg, Harper, puso a su hija Nana en uno de los botes salvavidas, dejándola al cuidado de un primo mayor que también los acompañaba en el viaje (Nana Harper, murió en 1986 a la edad de 80 años).
El predicador pudo haberse sumado a su hija, pero prefirió darle a otros la oportunidad de conocer, aunque fuere en su último momento de vida, el mensaje de Jesucristo. Algunos sobrevivientes contaron luego, la manera en que este hombre hablaba de Jesús y su poder salvador en medio de la angustia.