Parecía que alguien había cambiado las tapas intencionalmente. Pero ya era tarde para averiguarlo, el público estaba allí y cientos de ojos sobre sus manos y su mesa.
Ante tal situación el artista hizo memoria, para intentar explicarse a sí mismo qué pudo haber causado tal desorden. La caja de acuarelas estaba en el mismo lugar y cuando él accedió a ella todo aparentaba estar en orden.
Pero sorpresivamente, después de pararse ante la multitud y recibir los aplausos de los presentes, luego de haber preparado el liencillo donde dejaría correr los colores, se dio cuenta del suceso. Las tapas de los tubos no correspondían al contenido de ellos. Observó que en el tubo que tenía la tapa color gris, la acuarela en su interior era color naranja, y el tubo de tapa verde contenía acuarela amarilla, y así con todos. Entre tantos tubos y ante toda la audiencia que quería ver al creador de maravillas haciendo algo nuevo en tiempo real, en vivo y directo ante tanta gente, y sabiendo que no podía ponerse en evidencia, prefirió tragar grueso y comenzar a crear de la mano de la providencia.
Cada tubo en su mano era portador de una sorpresa, pero todo debía parecer controlado, finalmente era el experto, el creador de hermosas pinturas casi vivientes. Y comenzaron a correr los colores sobre la pieza, colores no escogidos sino aprovechados. Mientras el corazón del artista amenazaba con salirse de su pecho al saber que no tenía el control de la situación, seguía adelante con su labor sintiendo sobre él el peso de las miradas, el susurro que juzgaba su trabajo mientras tanto.
Años de fama podían irse a la basura después de aquella noche. Una cita que habiendo sido preparada, cuidadosamente planificada, se había convertido en una inesperada sorpresa.
Finalmente a medida que iba tomando los tubos de aquella profunda caja, la angustia y desconcierto se tornaron en arriesgo, ante tal situación decidió vivir la aventura de aprovechar no los colores escogidos, sino aquellos que la vida misma estaba poniendo sobre su lienzo. Después de la ultima pincelada, cayó al piso su servilleta arrugada, tomó la pieza y la mostró a todos.
Sólo fueron segundos, pero ante tal silencio ensordecedor, el corazón del artista se detuvo, como el acusado que espera por su sentencia. Antes de que se cumpliera un solemne minuto de silencio los espectadores prorrumpieron en una ovación como nunca antes, el artista en esta obra había roto su propio record. Era ante todos la más hermosa obra de arte.
Al terminar fue abordado por periodistas que como siempre seguían su exitosa carrera, pero esta vez todos querían informarle al mundo la gran noticia. Una de ellas preguntó al pintor con prontitud ¿cuál era el nombre de la pieza?, a lo que el respondió después de una extraña sonrisa: -Se llama "La vida es una sorpresa".
A menudo nos tocará pintarnos la vida no con los colores preferidos, sino con aquellos que como por coincidencia caigan en nuestra mano. Y sin poder rechazarlos nos tocará aprovecharlos y pedirle al Señor que en medio de las sorpresas que nos arropan por completo haga de la pieza de nuestra vida, una verdadera obra de arte, donde se ponga de manifiesto Su gracia, Su amor y Su misericordia.
Y si en algún momento nos preguntan sorprendidos cómo se llama lo que hemos pintado hasta ahora, podamos decir como el pintor:- mi vida ha sido una hermosa sorpresa, tintada no con los colores escogidos sino con aquellos que supimos aprovechar.
2 comentarios
Muchos colores inesperados se han colado en nuestra vida pero los hemos aprovechado. Dios te bendiga Pluma...estas Encendida. Te Amo
ResponderEliminarDios!!!!! Que hermosa palabra ha tocado mi corazon como ninguna!!! Porque me ha tocado usar colores oscuros que nunca crei usar!!! Pero Dios siempre ha tenido el control y se que me falta mucho pero ya se que respuesta dar para cuando me pregunten como se llama lo que hasta hoy Dios ha pintado en mi, en mi vida!!! HERMOSA SORPRESA, con muchos colores!!!!!!
ResponderEliminar