"Después de aquella noche todo cambió, parecía que habían dejado sus insultos y ofensas pegados a las paredes, toda la carga de temor y angustia que trajeron a nuestra sala se quedó después que ellos se fueron de aquí. Se llevaron todo cuanto quisieron y pudieron, amenazándonos una y otra vez con activar el arma. Mientras ese trío de maldad asaltaba mi casa la impotencia y la rabia asaltaban mi corazón.
Finalmente, después de arrasar con equipos, ropa y comida, desalojaron nuestros espacios, pero dejaron en ellos el olor a su maldad. Y ahora me despierto por las noches escuchando sus voces a lo lejos, recordando una y otra vez cada segundo de la eternidad que estuvieron aquí dentro, se llevaron nuestras pertenencias, pero cuánto más nos robarán. Habiendo dejado el espanto de su regreso nos han robado la calma, si pudiera sumar todo lo que perdimos diría con seguridad que nuestra mayor perdida aquella noche fue nuestra paz."
Esas fueron las palabras de una amiga al contarme la amarga sorpresa que recibieron ella, su esposo y su bebé hace unas semanas.